Esta gente es la flor y nata (sí, me encariñé con la expresión "la flor y nata") de la soberanía popular y de la más absoluta lucidez del pueblo español. Fuerza y sigan así!
No sé por qué cada vez que veo su claridad y su coherencia me acuerdo de la proclama del General Rafael Riego (que, no hace falta decirlo, era la flor y nata del liberalismo español del S XIX) el 1º de enero de 1820: "Soldados, mi amor hacia vosotros es grande. Por lo mismo yo no podía consentir, como jefe vuestro, que se os alejase de vuestra patria, en unos buques podridos, para llevaros a hacer una guerra injusta al nuevo mundo; ni que se os compiliese a abandonar a vuestros padres y hermanos, dejándolos sumidos en la miseria y opresión. Vosotros debéis a aquéllos la vida, y por tanto, es de vuestra obligación y agradecimiento el prolongársela, sosteniéndolos en la ancianidad; y aún también, si fuese necesario, el sacrificar las vuestras, para romperles las cadenas que les tienen oprimidos desde el año 14. Un rey absoluto, a su antojo y albedrío, les impone contribuciones y gabelas que no pueden soportar; los veja, los oprime, y por último, como colmo de sus desgracias, os arrebata a vosotros, sus caros hijos, para sacrificaros a su orgullo y ambición. Sí, a vosotros os arrebatan del paterno seno, para que en lejanos y opuestos climas vayáis a sostener una guerra inútil, que podría fácilmente terminarse con sólo reintegrar a sus derechos a la Nación española. La Constitución, sí, la Constitución, basta para apaciguar a nuestros hermanos de América. España está viviendo a merced de un poder arbitrario y absoluto, ejercido sin el menor respeto a las leyes fundamentales de la Nación. El Rey que debe su trono a cuantos lucharon en la guerra de la Independencia, no ha jurado, sin embargo, la Constitución; la Constitución, pacto entre el Monarca y el pueblo, cimiento y encarnación de toda Nación Moderna. La Constitución española, justa y liberal, ha sido elaborada en Cádiz entre sangre y sufrimiento. Mas el Rey no la ha jurado y es necesario, para que España se salve, que el Rey jure y respete esa Constitución de 1812, afirmación legítima y civil de los derechos y deberes de los españoles, de todos los españoles, desde el Rey al último labrador. (...) Sí, sí, soldados, la Constitución, ¡Viva la Constitución!" Ustedes son dignos hijos del Gral. Riego!
2 comentarios:
Esta gente es la flor y nata (sí, me encariñé con la expresión "la flor y nata") de la soberanía popular y de la más absoluta lucidez del pueblo español. Fuerza y sigan así!
No sé por qué cada vez que veo su claridad y su coherencia me acuerdo de la proclama del General Rafael Riego (que, no hace falta decirlo, era la flor y nata del liberalismo español del S XIX) el 1º de enero de 1820:
"Soldados, mi amor hacia vosotros es grande. Por lo mismo yo no podía consentir, como jefe vuestro, que se os alejase de vuestra patria, en unos buques podridos, para llevaros a hacer una guerra injusta al nuevo mundo; ni que se os compiliese a abandonar a vuestros padres y hermanos, dejándolos sumidos en la miseria y opresión. Vosotros debéis a aquéllos la vida, y por tanto, es de vuestra obligación y agradecimiento el prolongársela, sosteniéndolos en la ancianidad; y aún también, si fuese necesario, el sacrificar las vuestras, para romperles las cadenas que les tienen oprimidos desde el año 14. Un rey absoluto, a su antojo y albedrío, les impone contribuciones y gabelas que no pueden soportar; los veja, los oprime, y por último, como colmo de sus desgracias, os arrebata a vosotros, sus caros hijos, para sacrificaros a su orgullo y ambición. Sí, a vosotros os arrebatan del paterno seno, para que en lejanos y opuestos climas vayáis a sostener una guerra inútil, que podría fácilmente terminarse con sólo reintegrar a sus derechos a la Nación española. La Constitución, sí, la Constitución, basta para apaciguar a nuestros hermanos de América.
España está viviendo a merced de un poder arbitrario y absoluto, ejercido sin el menor respeto a las leyes fundamentales de la Nación. El Rey que debe su trono a cuantos lucharon en la guerra de la Independencia, no ha jurado, sin embargo, la Constitución; la Constitución, pacto entre el Monarca y el pueblo, cimiento y encarnación de toda Nación Moderna. La Constitución española, justa y liberal, ha sido elaborada en Cádiz entre sangre y sufrimiento. Mas el Rey no la ha jurado y es necesario, para que España se salve, que el Rey jure y respete esa Constitución de 1812, afirmación legítima y civil de los derechos y deberes de los españoles, de todos los españoles, desde el Rey al último labrador. (...) Sí, sí, soldados, la Constitución, ¡Viva la Constitución!"
Ustedes son dignos hijos del Gral. Riego!
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